El año pasado como sabéis los que me conocéis, yo estuve junto con mi marido viviendo en Lomé, Togo. Allí las mujeres cuando paren, viven con su hijo pegado al cuerpo, lo cuelgan en su espalda de una forma increíblemente sabia, en la que ellas se mueven cómodamente en su rutina diaria, con su bebé pegado a ella. y los bebés duermen mientras sus madres hacen todo tipo de trabajos y de movimientos, con una placidez maravillosa y por un tiempo que ya hubiese querido yo para mis hijas con esa edad. Esos niños no necesitan a Estivill para enseñarles a dormir porque esas madres actúan por instinto y esos niños se sienten seguros con la proximidad de sus madres. No se sobresaltan con los ruidos del entorno, ni siquiera estando en zonas transitadas con muchos ruidos, no se sobresaltan con el movimiento de su madre, estando algunas trabajando incluso en arduas tareas... Yo pensaba cuando los veía:
-Esos niños se sienten seguros no tienen miedo de nada, de otra forma no podrían dormir con esa placidez!!. Y recordaba a mis hijas pequeñitas que dormían con un sueño ligero si estaban solas y se sobresaltaban por un ruído moviendo sus manitas como si temieran caerse.
Al leer sobre los niños y su sueño en el articulo compartido en Facebook por mi amiga, me sumergí de lleno en el tema y fuí encadenando con otros y he aprendido muchas cosas, entre ellas que he estado practicando colecho durante años sin saberlo. Si como lo oís "co-le-cho". Suena fatal, a lo mejor de haber sabido lo sospechoso del nombre no lo hubiese practicado.
Yo acostaba a mis hijas desde que nacieron, en su cunita primero y en su camita después, pero en cuando dormían la 1ª fase del sueño, ya no querían estar solas y pasaban el resto de la noche en nuestra cama, entre su padre y yo. Es uno de los grandes placeres de la paternidad y me arrepiento de cada una de las veces que intente disuadirlas o reñirles por querer estar con nosotros.
Cuando crecieron y tenían que acostarse muy temprano porque madrugaban mucho, les costaba dormir con luz del día y ruidos en la calle, así que durante años les leí cuentos para que se relajasen y conciliasen el sueño. La escritora favorita de mis hijas en sus primeros años fué Astrid Lindgren os la aconsejo a grandes y pequeños. Ya dormían en su cama, Teresa la mayor pronto dejo de querer compartir cama con nadie salvo alguna noche de pesadillas o malestar en que le apetecía estar más cerca de nosotros. Pero la pequeña, Martina estuvo metiéndose en nuestra cama hasta los 11 años.
Os aseguro con conocimiento de causa, que estas prácticas no han perjudicado a nuestras hijas si no todo lo contrario. Tengo dos hijas adultas de 21 y 24 años que son maravillosas personas de las que aprendo cosas todos los días, que han viajado y vivido solas con autentica responsabilidad en todos los sentidos, que disfrutan de la compañía de personas de todas las edades y de todos los estilos, que tienen una relación estupenda con su familia y esto es: abuelas tios, primos, amigos, son excelentes cocineras desde pequeñas, son personas sensibles y con un increíble sentido del humor que tan importante es para disfrutar de la vida y para hacer felíz a los que nos rodean.
Diréis: claro es que es su madre la que habla así de sus hijas... Pero os cuento esto para deciros que después de tanto leer sobre normas y leyes para hacer dormir solos a nuestros pequeños, las conclusiones de expertos como Estivill es que no obligar a los niños a dormir solos y según las normas establecidas por ellos, convierte a nuestros hijos en adultos: inseguros, dependientes, con altas probabilidades de sufrir depresión y ansiedad entre otras enfermedades y yo como madre que ha seguido su instinto aunque solo sea a medias os aseguro que se equivocan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario