miércoles, 15 de enero de 2014

REGALOS

 Habéis terminado ya de descambiar los regalos de reyes? Si, porque no me digáis que en vuestra casa todo os ha encantado y no habéis tenido que ir ha cambiar alguna cosa? Si es así, decidme como lo hacéis.
 Menos mal que ahora con el invento ese del ticket regalo la cosa es más fácil, donde va a parar; si lo tienes que cambiar, no tienes más que ir con él, hacer el abono y si no tienes que cambiar el regalo, el "regalado" no se entera de lo que costó, cosa que se agradece sobre todo si fue una ganga. Porque si uno compra algo para si mismo a buen precio, presumes de ello y hasta te da placer alardear ante amigos y conocidos de lo bien que sabe uno comprar. Pero si en cambio se trata de regalar, es mejor que piensen que pagaste al alza, mientras más caro, mejor.
 Ponemos precio a las relaciones y las juzgamos por el valor de lo que nos regalan. Hemos convertido el dinero en nuestro único Dios, nuestra única religión, el baremo y el rasero por el que medimos todo en la vida. Deberíamos de pensar en lo que hay detrás del regalo que nos hacen, de las ganas con las que nos lo han hecho, de las intenciones que tiene ese regalo ...
 Puede ser que 50 euros no supongan nada para algunas persona y que en cambio 5 sean un gran esfuerzo para otras. Más importante aún es con que ganas han ido a comprar y preparar tu regalo. Porque hay gente que compra con amor pensando en lo que al otro le pueda gustar y quien compra deseando terminar para salir del paso cuanto antes.
 Recuerdo hace mucho tiempo, la víspera del día de la madre, a mi hermano pequeño y a mi ante el escaparate de un bazar cerca de casa con un puñado de monedas apretadas en mi mano, porque claro! era la mayor y la responsable de llevar el dinero; tendría  yo unos 8 años y mi hermano casi dos menos. Aquel escaparate lo mirábamos con frecuencia e imaginábamos lo que a nuestra madre le gustaría en el caso de que pudiésemos comprarle algo. Ese día mi hermano había visto un conejito blanco de cerámica que le gustó y que no valía mucho. Estaba a nuestro alcance; íbamos a comprárselo a nuestro madre y eso era el regalo más bonito del mundo para nosotros, no importaba que fuera el más barato de la tienda. Estábamos nerviosos nos brillaban los ojos y el momento de dárselo fue maravilloso, algo que nunca olvidaré.
 Deberíamos pensar en algo más que el precio en metálico de los regalos que nos hacen. Quizás esa persona tiene poco tiempo libre y de ese poco ha de ir a por nuestro regalo. Quizás tiene poca imaginación y pensar en nosotros y como agradarnos le ha supuesto un gran esfuerzo mental y un mayor agobio. Quizás tiene que regalar a mucha gente, lo que multiplica los problemas, etc...
También habría que decir que si tenemos confianza con la persona que nos regala, no dudaremos en cambiar el regalo rápidamente, de ahí el dicho de: "la confianza da asco". Y me estoy acordando de mi madre que te larga con el regalo sin miramientos y encima te da una bronca de mil demonios.

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